La bodega vallisoletana Castelo de Medina sigue centrando sus esfuerzos en la preservación y el cuidado de la viña ante la crisis del coronavirus. Durante el estado de alarma, en el que ya se ha iniciado la brotación, los trabajos de campo se basan en tratamientos fitosanitarios de la madera de la vid para evitar futuras enfermedades, pases de cultivador para eliminar malas hierbas y trabajos de mantenimiento de sus viñas en espaldera. Por otro lado, a la espera de que la hostelería pueda reabrir, la bodega ha tenido que centrar sus esfuerzos comerciales en el e-commerce, con todo su equipo comercial trabajando telemáticamente.
Nueva oportunidad de negocio
Para Castelo de Medina la restauración supone en torno a un 60% de sus ventas, por lo que su cuenta de resultados se está viendo afectada por la crisis del COVID-19. Sin embargo, desde que se decretara el estado de alarma, la bodega ha reforzado la venta online de sus vinos ofreciendo un descuento del 10% a través de su web en todas sus referencias y realizando diversas campañas en redes sociales. Como consecuencia, durante las seis semanas de confinamiento han agotado las existencias de una de sus referencias más preciadas: el blanco Castelo de Medina Fermentado en Barrica 2018.
“Gran parte de los pedidos online son de clientes nuevos”, asegura Eudaldo Bonet de Gispert, su director, y añade: “esta crisis ha hecho un enorme daño al sector por la pérdida de la hostelería, pero también ha abierto una ventana de oportunidades a las bodegas de conectar directamente con el consumidor final, que ahora busca poder disfrutar en casa de los mismos productos que encontraba en el restaurante”. El director señala además el consumo doméstico como una tendencia a futuro, “incluso cuando termine el confinamiento”. Respecto a la gestión del trabajo durante la crisis, desde el primer minuto se han tomado todas las medias para garantizar la seguridad de sus trabajadores y, recientemente, se ha decidido realizar test de serología a toda la plantilla.
Castilla y León Económica