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Bodegas Familiares Matarromera invierte 10 millones para transformar su empresa matriz

La compañía celebra su 30 aniversario en pleno crecimiento ya que prevé aumentar su facturación un 7% en 2019 hasta superar los 29 millones
Carlos Moro, presidente de Bodegas Familiares Matarromera.
Carlos Moro, presidente de Bodegas Familiares Matarromera.

“Nos encontramos en un momento importante en la historia de Bodegas Familiares Matarromera, al confluir proyectos de ampliación y mejora de instalaciones en nuestras bodegas de Rueda, Rioja, Cyan en Toro, Valdelosfrailes en Cigales y Emina y Matarromera en Ribera del Duero. A esta última vamos a destinar casi 10 millones de euros sólo en 2019”, destaca Carlos Moro, presidente de la compañía. De hecho, Matarromera, la bodega matriz del grupo, será objeto de varios proyectos que la transformarán por completo, en lo que será la inversión más ambiciosa de su historia “para mantenerse en la máxima excelencia”, sostiene el empresario, al tiempo que rememora que ya en 1988 “esta bodega fue una instalación avanzada a su tiempo en términos medioambientales y de eficiencia, como estar semienterrada o diseñada para recoger aguas pluviales, criterios que hoy son normales, pero hace 3 décadas eran una rareza en el sector”.

Sobre esta cuestión, Moro enfatiza haber tenido la suerte de haber trabajado en temas medioambientales “desde mi época en la Administración y tengo muy calado en mi ese concepto desde hace 40 años. Recuerdo perfectamente mi época de niño, cuando los cultivos eran altamente ecológicos. Tal vez por eso Emina se concibió como uno de los primeros proyectos integrados de desarrollo sostenible de una bodega en el mundo o ser también de las primeras bodegas en todo el planeta en instalar una caldera de biomasa”.

En este punto, el presidente de Bodegas Familiares Matarromera alude a un término acuñado por él mismo: economía esférica. “Se trata de enlazar el aprovechamiento y valorización de subproductos, no sólo en un enfoque circular de la generación de productos de alto valor añadido a partir de los subproductos, sino incluyendo una tercera dimensión en su aprovechamiento para la generación de energía, lo que cierra otro círculo cruzado para abastecer energéticamente la producción inicial”. Y lo explica de forma gráfica con un ejemplo: “en 2018 presentamos en primicia en España la primera etiqueta elaborada con residuo de uva, la de nuestro vino ecológico Granza. Esto es significativo de nuestro espíritu innovador, de nuestra apuesta por la sostenibilidad y de esa economía esférica”.

Pioneros

Moro incide en esta idea al asegurar que en la compañía quieren “seguir liderando el ser pioneros en el ámbito de la sostenibilidad ambiental y económica. Para nosotros es un principio. Somos empresarios, pero primero hemos hecho esto por filosofía y responsabilidad social. Lógicamente, una vez que se acomete un proyecto de estas características hay que desarrollarlo de forma que sea sostenible económicamente”.

El empresario detalla que los planes estratégicos y de inversión han sido una constante en la historia de la compañía. No en vano, en los últimos doce años la inversión acumulada en diferentes trabajos supera los 45 millones de euros, dentro de los que se incluyen 95 proyectos de investigación. Algunos de los hitos de la compañía en el ámbito de la I+D+i han sido la extracción y caracterización de polifenoles de uvas o la deconstrucción molecular, que ha permitido la elaboración de vinos especiales y sin alcohol, uno de los aspectos diferenciales de la empresa.

30 aniversario

Aunque se conmemora el 30 aniversario de Matarromera, la historia empresarial familiar se pierde en la noche de los tiempos. “Somos de origen agricultor y viticultor”, insiste Moro. Los antecesores del actual presidente de la compañía vinícola fueron culpables de que, con 22 años y tras finalizar sus estudios de Ingeniero Superior Agrónomo en los cinco cursos reglamentarios en la Universidad Politécnica de Madrid -siendo el único estudiante de su promoción en conseguirlo-, asumir un cargo en el Ministerio de Agricultura en 1976 y en apenas una década haber alcanzado el máximo nivel técnico profesional en la Administración, abandonar esa prometedora carrera al escuchar la llamada de la tierra, de su tierra, Valladolid, donde su familia, desde generaciones, cultivaba los campos y elaboraba vino.

Tres décadas más tarde, Bodegas Familiares Matarromera superó en 2018 los 27 millones de cifra de negocio, con Bodega Matarromera como estandarte al alcanzar una facturación de 23,1 millones y un crecimiento del 5,17%; y un incremento del beneficio después de impuestos del 8% hasta alcanzar los 4,2 millones de euros. Las previsiones para el presente ejercicio apuntan a superar los 29 millones de euros de cifra de negocio de Bodegas Familiares Matarromera, y 25 millones de la bodega matriz. Por otra parte, la plantilla se ha incrementado un 35% durante la última década hasta situarse por encima de las 150 personas. Cabe destacar que en la actual plantilla hay dos personas, Lourdes Toribio y Félix González, que forman parte de la compañía desde sus inicios.

Hectáreas de viñedo y olivos

Además, con sus últimas adquisiciones la empresa supera ya las 1.200 hectáreas en propiedad, de las que 720 hectáreas son de viñedo y otras 140 de olivos en Castilla y León, con las que elabora aceite de oliva virgen extra con la marca Oliduero.

Pero Carlos Moro no levanta un palmo los pies de la tierra y repite en su discurso el término humildad. “Aunque las cifras son significativas, subjetivamente no son llamativas en el contexto internacional en el que nos movemos. Somos una pequeña empresa, ni siquiera mediana. Pero es que además no queremos destacar por nuestras magnitudes, sino por constituir un conjunto de empresas de máximo nivel cualitativo. De hecho, hemos declinado numerosas operaciones empresariales por mantenernos fieles a esta filosofía y eso no todo el mundo lo hace en el ámbito empresarial”, sostiene el empresario, quien resalta que la demanda de los vinos de su bodega Matarromera es permanentemente más elevada que la oferta.

Enoturismo a golpe de click

El pasado año, Bodegas Familiares Matarromera recibió 12.000 visitantes en sus instalaciones, cifra que le sitúa entre los referentes del enoturismo en Castilla y León. Además, la compañía ha diseñado un sistema de reservas automático que permite a cualquier persona, desde su dispositivo electrónico, en cualquier momento y lugar, realizar una reserva integral de su paquete turístico: alojamiento, comidas, cursos, catas y otras actividades. “Es el gran paso de nuestras bodegas y representa la capacidad de adaptarnos al consumidor y que no sea al contrario”, detalla Carlos Moro, presidente de la compañía. Además, Emina fue designada por la Asociación Española de Ciudades del Vino (Acevin) Mejor Bodega Abierta al Turismo de España en 2018.

Otras líneas de negocio del grupo son la elaboración de cosméticos con la marca Esdor en los que se emplean polifenoles de uva tinta por su alta capacidad antioxidante que ralentiza el envejecimiento; y la elaboración de brandys y destilados.

Más información en el número de junio de Castilla y León Económica

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