Hay un episodio que ilustra muy bien el carácter de Ricardo García García (Quintanaloranco -Burgos-, 1960), vicepresidente ejecutivo de la Región Sur Europa de Benteler Automotive. Corría el año 2008 y el presidente de la multinacional alemana, Hubertus Benteler, le llama para tantearle sobre si aceptaba un reto: dar un giro radical a la fábrica de componentes de automoción ubicada en Puebla (México), que registraba elevadas pérdidas desde hacía años. En caso contrario, esta gran factoría, que cuenta con una plantilla de 1.300 trabajadores, tendría que someterse a una decisión estratégica. Ricardo asumió el desafío y allí se fue junto a cinco colaboradores españoles de absoluta confianza. Ocho meses después, este directivo burgalés tomó su vuelo de vuelta a España habiendo conseguido su objetivo al implantar un modelo de gestión que sigue aún vigente pues la planta ofrece beneficios desde entonces.
Reuniones frecuentes
¿Cómo lo hizo? Pues dando lo mejor de sí mismo. Ricardo se encontró con un complejo industrial con serias deficiencias en el funcionamiento en casi todos los niveles que debían de ser corregidas con urgencia. Para ello, cada tres horas mantenía una intensa reunión de 20 minutos con los directivos de primer y segundo nivel de la planta mexicana para estudiar los problemas y marcar los objetivos. Durante los primeros meses, esos encuentros también se celebraban los fines de semana con un grupo de responsables. Así, con ese calendario estajanovista, consiguió hacer un férreo seguimiento de los avances y exigir resultados inmediatamente. Ricardo aplicó ese frenético ritmo para acabar con el consabido ahorita mismo, que en ese país tiene un significado muy diferente: “no podía dejar pasar ni dos días entre la reunión en la que se marcaban los objetivos y la siguiente para ver los avances, porque entonces apenas se hacía nada”. Gracias a esas maratonianas jornadas, la fábrica pasó de números rojos a ser rentable.
Disciplina, tesón, trabajo son algunos de los rasgos que definen el modelo de gestión de Ricardo, algo a lo que está acostumbrado porque ya sus progenitores le inculcaron esos valores desde que era niño. Hijo de padre obrero y ama de casa, pronto tuvo que echar una mano a la economía doméstica, por lo que desde que tenía 14 años aprovechaba las vacaciones para trabajar en múltiples oficios, como mozo de almacén, camarero o electricista, lo que fuera para ganar un jornal en los meses estivales. Así hasta los 22 años, que terminó la carrera de Ingeniería Técnica Industrial Mecánica. “Mis hermanos colaboraban de la misma forma y gracias a ello, mis padres pudieron enviar a estudiar a la universidad a sus tres hijos a Valladolid y Bilbao”, comenta con orgullo. “Esta educación marca tu carácter. Nada en la vida es fruto de la casualidad, la suerte hay que buscarla, pero sólo se encuentra cuando trabajas duro”, apostilla Ricardo, quien se define como “un trabajador constante e infatigable”.
Tolerancia al estrés
Este ejecutivo nacido en un pequeño pueblo burgalés que apenas está habitado en invierno y que se crió en Burgos, a donde sus padres emigraron para labrarse un futuro más esperanzador, considera que la alta dirección empresarial “es un estado de ánimo. Está claro que tienes que tener una aptitud y una actitud adecuada y una buena tolerancia al estrés, además de otra serie de características. Es difícil llegar, pero más difícil aún es mantenerse”. Para ello, asegura que hay que nacer con ciertas dotes “y el resto hay que entrenarlo y con experiencia se adquiere. Diría que ambas al 50%”.
Cualidades debe de tener cuando hace un lustro fue nombrado vicepresidente ejecutivo de la Región de Sur Europa de Benteler Automotive, que incluye 14 plantas en cinco países (siete factorías en España, tres en Francia, dos en Sudáfrica, una en Portugal y otra en Turquía), con una facturación global de 1.200 millones y una plantilla de 3.100 personas.
Pese a ser uno de los principales ejecutivos de Castilla y León y de los de mayor proyección internacional, Ricardo es cercano y cordial, muy alejado del estereotipo de los directivos estirados de cuello duro. Le acompaño por las largas oficinas de la sede central de Burgos y va saludando uno a uno a todos los empleados. “Ahora la plantilla ha crecido mucho, pero antes me sabía hasta el número de su calzado”, apunta con sorna este hombre que demuestra cercanía con los trabajadores. De hecho, indica que su método de dirección se caracteriza por aplicar “en la mayoría de los casos un estilo de liderazgo participativo, natural. Me gusta tomar decisiones con la implicación de las personas, si bien lógicamente la última decisión es la mía. Cada individuo debe sentirse importante y valorado dentro de la organización”. Además, siempre opta por “el sentido común, ser proactivo y disciplinado y sentir realmente pasión por lo que se hace en busca de la excelencia”.
Experiencia en varios países
Hace 26 años que se incorporó a Benteler, donde ha ocupado diferentes puestos de responsabilidad como director de Producción y Mantenimiento en la planta de Burgos, Plant Manager, Cluster Manager, director de Operaciones Regional y la actual Vicepresidencia Ejecutiva de la Región Sur Europa. Desde ese puesto, en 2014 trasladó a Burgos la sede social y fiscal que estaba en Barcelona.
Su dilatada experiencia profesional le ha llevado a tener cargos de responsabilidad en plantas de varios países, como España, Portugal, Italia, Turquía, Sudáfrica, México, Brasil, Argentina, Alemania y Francia. Este periplo “me ha permitido aprender de otras culturas, pero también me ha servido para poner en valor la competitividad de la industria española, ya que somos líderes en productividad y eficiencia”, explica. Su trayectoria no ha sido un camino de rosas: “afortunadamente, me ha tocado lanzar varias nuevas plantas y eso es una gran satisfacción; pero, por otro lado, también he tenido que cerrar alguna o aplicar reestructuraciones y eso es probablemente lo que más te marca”, confiesa este burgalés que ha conseguido ser uno de los principales ejecutivos de una multinacional con una plantilla de más de 30.000 empleados, una facturación de alrededor de 8.000 millones, 170 localizaciones y presencia en 37 países de cuatro continentes. Un hito que parecía imposible para un niño de Quintanaloranco.
250.000 kilómetros de avión y 70.000 de coche al año
Ricardo García García, vicepresidente ejecutivo de la Región Sur Europa de Benteler Automotive, divide en tres tercios sus estancias al año entre la sede central de Burgos, el resto de España y el extranjero, por lo que realiza más de 250.000 kilómetros anuales en avión y otros 70.000 en coche. “Raro es el día que la jornada baja de diez horas y cuando estoy de viaje, entre diez y 15 horas. Comidas y cenas de trabajo surgen a diario, pero intento ser un poco selectivo, ya que hay que buscar la forma de conciliar y dedicarle tiempo a la familia” (está casado y tiene una hija). Respecto a los fines de semana, aparte del ocio, también son empleados para “revisar correos pendientes, ponerme al día y planificar la semana entrante”. Pese a su más que apretada agenda, Ricardo saca tiempo para implicarse con la sociedad civil ya que es vicepresidente de la Asociación de Empresarios del Polígono de Villalonquéjar en Burgos, patrono de la Fundación Bancaria Cajacírculo y miembro de los consejos asesores de la Lean Community impulsada por Renault Consulting y del Foro de Automoción de Castilla y León (FACYL) y del Consejo Rector de la Asociación para el Progreso de la Dirección (APD) de Castilla y León.
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