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Circulación de cerebros

Por: Alberto Cagigas
España ha exportado talento.
España ha exportado talento, tanto de recién licenciados como de profesionales cualificados.

No termino de sorprenderme cuando hablo con algunos empresarios con la grabadora ya apagada. Recientemente un constructor de Castilla y León me confesó apenado que se vio obligado a despedir a 4 directivos porque rechazaron su oferta para ir a trabajar a Oriente Próximo en puestos destacados y con subida de sueldo, además de pagarles casa y varios viajes al año. No hubo manera de convercerles pese a que la alternativa era el despido ante la falta de obras en España.

Este empresario no entendía porqué había tenido que prescindir de 4 ejecutivos que llevaban mucho tiempo en la empresa y conocían perfectamente sus valores y plan estratégico. El argumento de estos acomodados profesionales se basaba en que ya encontrarían alguna oferta laboral para seguir en Castilla y León. Han pasado los meses, y no es así, siguen en el paro esperando, ya desmoralizados, una llamada para volver a trabajar. “No comprendo que”, me decía el constructor, “entre ir a trabajar en un proyecto en el que ascendían de puesto, con una gran proyección y una sustancial mejora de las condiciones salariales o ir a la calle, prefirieron ir a la calle. Y no fue por motivos familiares, sino por pereza mental”. A cambio, este desconcertado empresario tuvo que afrontar una selección de personal para terminar contratando a un directivo andaluz que ignoraba todo sobre la empresa. Y allí está, el ejecutivo sureño, liderando un ambicioso proyecto mientras que los de aquí sólo aspiran a trabajar en lo que sea.

Conozco más casos parecidos porque en los últimos años las empresas de Castilla y León, ante la contracción del mercado nacional, se han visto obligadas a ejecutar una complicada internacionalización. En ese proceso, casi todos coinciden en señalar que una de las principales dificultades es trasladar de forma temporal a ejecutivos de la compañía a los mercados exteriores para dirigir la implantación. “Prefieren quedarse en España donde tendrán una carrera profesional muy plana ante la falta de oportunidades”, me comentó un hombre de negocios. 

Estas conversaciones me recordaron a mi amigo Massimo, un ejecutivo italiano que conocí en Valladolid después de una trayectoria profesional por varios países de Europa. La última vez le vi en Dubái, donde le había trasladado la multinacional belga para la que trabaja. Lógicamente, le pregunté cómo se habían adaptado tanto él como su mujer y su hijo a una cultura tan diferente a la nuestra. Y me comentó que con ciertas complicaciones, por aspectos sociales que no comparte en absoluto, pero a cambio considera que es una experiencia única pues están conociendo otro pueblo, intercambiando experiencias con otros expatriados de medio mundo y aprendiendo más idiomas. Eso en el aspecto personal, porque en el profesional había supuesto un gran ascenso. Eso sí, añoraba su bella Venecia y recorrer la campiña italiana en su flamante Ducati, cómo no, roja. Cuando les despedí, vi a una familia ilusionada ante el nuevo reto vital.

Fuga de cerebros

Algunos critican que en la pasada crisis, España ha exportado talento, tanto de recién licenciados como de profesionales cualificados, en lo que se ha llamado fuga de cerebros. Sin embargo, los directivos e investigadores de las economías más desarrolladas y competitivas como la norteamericana prefieren hablar de circulación de cerebros, en la que jóvenes y ejecutivos adquieren conocimientos en el extranjero que luego beneficiarán a su país de origen cuando regresen. Para ellos, la circulación de cerebros ayuda a la innovación, la creatividad y el dinamismo empresarial en un mundo globalizado que penaliza sociedades aisladas. Claro, que el reto es ofrecerles una oportunidad digna para que vuelvan más sabios y con la experiencia acumulada.

Mientras que ahí afuera se habla de la circulación de cerebros, en Castilla y León muchos prefieren quedarse en casa esperando una llamada con una oferta laboral. Estarán más cómodos, qué duda cabe, pero se perderán el ritmo de la economía globalizada, aprender otras culturas, manejar más idiomas y desarrollar una ambiciosa carrera profesional; ¡ah!, y no podrán aspirar a recorrer nuestra bella geografía a lomos de una potente Ducati roja.

1 comentario

  1. Curiosa situación. Aunque mirando en frío la literalidad del relato puede que no le haya salido mal, 4 directivos por 1. Si la solvencia técnica es buena por mucho tiempo que haya tenido que dedicar el empresario a darle a conocer la empresa seguro que el balance económico sale favorable.

    un saludo

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