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García Márquez, ‘Friends’ y Pigmalión

Por: Félix Alberto Sanz
Pigmalión contempla su estatua de Galatea.
Pigmalión contempla su estatua de Galatea.

En el pasado acto de entrega de los VII Premios Castilla y León Económica, Alberto Cagigas, el director de la publicación, leyó un llamativo e interesante cuento no escrito de Gabriel García Márquez y que posteriormente, a raíz de numerosas peticiones, generó un post en el blog del propio Alberto en el que además podéis leer el cuento mencionado.

En psicología, a lo que sucede en el cuento lo denominamos Efecto Pigmalion (o la profecía autocumplida) y parte de la mitología griega. Pigmalión, escultor, se enamoró de una de sus creaciones, Galatea. A tal punto llegó su pasión por la escultura que la trataba como si fuera una mujer real, como si estuviera viva. Finalmente, la escultura cobró vida después de un sueño de Pigmalión, por obra de Afrodita, que al ver cómo éste amaba a su estatua convirtió su deseo en realidad.

Y, hablando llanamente, significa que cuando creemos algo, en sentido positivo o negativo, hacemos muchas más cosas para que suceda -de manera intencionada o sin darnos cuenta- que si no lo creemos. Y generalmente lo concluimos con un “eso ya lo sabía yo”.

‘Friends’

Desde que se inició, he sido un gran seguidor de la serie Friends. Habré visto, sin exagerar, 10 veces cada 1 de sus capítulos, con lo que casi me los sé de memoria.

Recuerdo uno en el que uno de los protagonistas, Chandler, tenía una novia actriz que interpretaba una obra de teatro. En la obra, una de las escenas era de alto contenido erótico con un actor muy atractivo. Al salir de la función, Chandler comentaba a sus amigos que habían actuado con tanta pasión que seguro que estaban liados fuera del escenario. Joey (que era actor) le tranquiliza diciendo que hay una máxima en el teatro que dice que si hay mucha química entre los actores sobre el escenario es que no hay nada entre ellos fuera de él.

Días más tarde, Chandler, acompañado de Ross (otro de sus amigos), vuelve a ver la obra de teatro. Resulta que ese día la interpretación de su novia y compañero de reparto es lamentable, con lo que inmediatamente deduce (de nuevo) que ¡están liados!. Al terminar la obra, y a pesar de los intentos de Ross por calmarle y hacerle callar (que gestione sus emociones), Chandler le espeta a su chica que está liado con el otro, pues no había nada de química entre ellos sobre el escenario. Ella, claro está, se siente ofendida por acusarla de serle infiel y decirle, de paso, que había hecho un mal trabajo y, enfadada y disgustada, se marcha.

Al día siguiente, ya más calmado, él acude al piso de ella para disculparse. Lo que se encuentra es que… el actor tío bueno está allí (ya sabéis, un alma caritativa que había consolado a la chica apenada durante toda la noche).

Y es que a todos nosotros nos ocurre algo parecido a las personas del cuento de García Marquez o a Chandler en ese episodio de Friends. En función de lo que creemos, tendemos a actuar. Y no sólo eso, sino que en función de lo que los demás esperan de nosotros también tendemos a actuar.

Yo, como Alberto y como muchos de vosotros, nos hemos hartado de escuchar a gurús –y menos gurús- de la macroeconomía lo de “esto ya lo veía yo venir” (que digo yo que si tantos lo veían venir y tan gurús son, por qué no hicieron antes algo para evitarlo). Y yo, como Alberto en su post y como muchos de vosotros, os animo a ignorar a aquéllos que nos inculcan miedos que sólo lo son a priori.

Mensajes optimistas

Eso sí, a mí me gustaría dar un paso más que el de sólo ignorar a aquéllos que de continuo nos advierten de desgracias. El de que hagamos por lanzar mensajes optimistas a los demás, a aquéllos que nos rodean, a las personas de nuestro pequeño círculo de influencia, mensajes pequeños, pero positivos, expectativas de crecimiento, pues las personas actuamos en función de lo que los demás esperan de nosotros y cuánto más y mejor esperan los demás de nosotros, más y mejor actuamos. Y de paso, estaremos liderando a otros a ser algo mejores.

Podemos hacer como hicieron la vieja del cuento de García Márquez con su pueblo o Chandler con su novia o podemos hacer como Pigmalion hizo con su estatua y convertir, con nuestras esperanzas y deseos, a nuestras Galateas en mujeres reales. Sólo de nosotros depende. Y tú, ¿qué eliges?

6 comentarios

  1. y yo añadiría un término más a “nuestras esperanzas y deseos”, y es el de CONFIANZA. Confiar en nuestras capacidades para conseguir todo lo que esperemos y deseemos. Saber que nada nos impedirá conseguir todo aquello que nos propongamos y que dependa de nosotros mismos. ¿Vale como mensaje positivo?

  2. Antes de emitir mi mensaje positivo ( atendiendo al efecto creencias-resultados que comenta Félix) quería mandar un mensaje negativo sobre ” la bicha” ( económica, social, estructural de valores…): ” Las cosas no volverán a ser como antes “.
    Y ahora mi mensaje positivo lleno de esas esperanzas y deseos que se comentan en el Post: “Las cosas no volverán a ser como antes”. Y ahora que cada uno cree la Galatea que mejor se adapte a sus deseos y… que se hagan realidad.

    1. Jose, ya decía Heráclito que nada permanece, que todo fluye. Efectivamente nada volverá a ser como antes. Yo prefiero verlo desde el “afortunadamente”.

  3. Buena entrada Félix, es algo de lo que no solemos ser conscientes.

    Llevado al liderazgo, si creemos en la gente estaremos fomentando su compromiso y autoconfianza, y conseguiremos mejores resultados de un equipo. Sin embargo, si no compartimos, no creemos, o mostramos indiferencia, los resultados serán pobres, en ocasiones confirmando la profecía de que era un equipo o persona de bajo rendimiento. En deporte y en la empresa se ve a veces, como un equipo es capaz de dar la vuelta con un entrenador que crea en ellos y les haga creer en sus capacidades.

    1. ¡¡Sí señor Fernando!!
      Un líder que espera más de su gente y se lo transmite y les hace creer en ello consigue mucho más rendimiento que otro que simplemente espera a ver qué pasa o directamente desconfía de las personas.

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