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¿Qué hacemos con los altos cargos de las administraciones públicas?

Por: Alberto Cagigas
ejecutivosdirectivos
No conozco a ninguna empresa privada que despida a sus principales ejecutivos por el mero hecho de llevar 8 años en la organización, claro que tampoco conozco a ninguna compañía que mantenga como altos cargos a inútiles redomados.

En el entretenido sainete de las negociaciones para pactar la composición del Gobierno de Castilla y León tras el fragmentado resultado de las últimas elecciones autonómicas, una de las medidas estrella promovida en los pactos ha sido la de limitar los mandatos a 2 legislaturas de todos los altos cargos, lo que incluye a presidente, consejeros, secretarios generales y directores generales de la Administración regional, además de los presidentes de las diputaciones provinciales y los alcaldes de los ayuntamientos con más de 20.000 habitantes, con el noble propósito de impulsar la regeneración política al eliminar las redes clientelares que se pueden generar durante prolongados períodos de poder y evitar la profesionalización de la política. El fin me parece loable para los que están en la primera línea, es decir, presidentes y consejeros, pero me resulta cuestionable para aquellos altos cargos como secretarios generales y directores generales con una demostrada valía, que son quienes realmente gestionan el día a día de la mastodóntica maquinaria administrativa. Y también me parece inoportuna para los regidores que consigan mayorías en las urnas a no ser que queramos alterar la voluntad del pueblo soberano.

En nuestra comunidad autónoma, la principal empresa se llama Junta de Castilla y León, con un presupuesto por encima de los 10.000 millones de euros y una plantilla de alrededor de 84.500 empleados públicos, cifras muy superiores a las registradas por la principal multinacional asentada en nuestra comunidad autónoma. Por eso, la eficiencia en la gestión de esos recursos públicos es vital para la prosperidad de nuestro territorio.

Medida desacertada

Eliminar a un alto directivo (en este caso un cargo público) por el mero hecho de llevar 8 años, aunque haya realizado una gestión eficaz, me parece desacertado porque lo que se consigue es desmotivarles en el último período de su mandato (total, da igual cómo lo hagan si les van a echar), se corre el riesgo de purgar a los más brillantes y laboriosos para promocionar a los mediocres, elimina competencia dentro de la organización y se descapitaliza a la Administración de talento con experiencia. A la hora de cambiar de cargo público, habría que tener en cuenta otros criterios, como su eficacia, productividad y el cumplimiento de unos objetivos marcados previamente al inicio de la Legislatura.

No conozco a ninguna empresa privada que despida a sus principales ejecutivos por el mero hecho de llevar 8 años en la organización, claro que tampoco conozco a ninguna compañía que mantenga como altos cargos a inútiles redomados, tal como ocurre en algunas áreas de la Administración en las que están protegidos por intereses espurios.

Fidelizar y atraer talento

En una era desbordada por los cambios tecnológicos, sociales y demográficos, las empresas están aplicando estrategias basadas en el Employer Branding para fidelizar y atraer talento y motivar a los empleados con el objetivo de ser más competitivas. El que consiga trasladar esas técnicas a la gestión de los ingentes recursos humanos de las administraciones públicas de nuestra comunidad autónoma habrá hecho un gran servicio a esta tierra, donde contamos con casi 163.000 empleados públicos entre todas las instituciones y con una tasa de empleados públicos sobre personas ocupadas del 18%, la tercera mayor de España.

Por eso, deberíamos conservar a los altos cargos que demuestran habilidad y honestidad en su gestión al margen de que lleven equis años. Eso sí, habría que erradicar los santuarios de los ineptos al fulminar inmediatamente a los inútiles incrustados en los gobiernos autonómicos, provinciales y locales, que para nuestra sorpresa se mantienen en su sillón durante mucho tiempo sin más mérito que tener el carné de un partido político, para desgracia de los administrados y el evidente destrozo de las cuentas públicas.

1 comentario

  1. Lo de los 8 años es una medida higiénica y democrática. Desgraciadamente hemos tenido en nuestra comunidad autónoma varios casos de altos cargos que solo te les quita de encima un juez o una enfermedad grave con fatal desenlace.
    Con 8 años ya has podido dar muestra de tu valía y es tiempo mas que suficiente para dejar una buena huella de tu paso por la administración publica. Además se evitan los saltos de cargos de una consejería a otra como es habitual, e incluso de partido como hemos visto muy recientemente en nuestra tierra
    Además los que se enquistan en los cargos públicos, suelen ser los mas inútiles o los mas corruptos que no tienen a donde ir, porque fuera de la administración publica no les contrataría nadie. Y eso se ha visto en muchas ocasiones.
    ¿Que haya algún cargo publico con mucho talento y que sea necesario que este mas de 8 años? Es posible, pero si tiene mucho talento seguro que le contratan para gestionar una empresa y abandona la administración publica.

    Estados Unidos, que es el único país del mundo nacido en democracia, tiene el mandato presidencial limitado a 8 años. Por algo será.

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