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Enrique Cornejo, más de medio siglo como promotor teatral

El empresario vallisoletano, que gestiona desde 2009 el Teatro Zorrilla de la capital del Pisuerga, ha producido cerca de 500 obras escénicas
El empresario teatral Enrique Cornejo.
El empresario teatral Enrique Cornejo.

Cuando las raíces y el apego a la tierra pesan, no importa el tiempo que pueda transcurrir, se acaba regresando de alguna u otra manera al lugar de origen. Enrique Cornejo (1941) siempre sintió esa llamada por su Valladolid natal y a ella volvió para hacerse cargo en 2009, tras la rehabilitación del edificio, de la gestión del Teatro Zorrilla, “que llevo en mi corazón y por donde pasan primero todas las obras que promuevo”.

Éste es uno de los 11 espacios escénicos que ha capitaneado a través de su empresa Iniciativas Teatrales, entre los que se encuentran Muñoz Seca en Madrid, Isabel la Católica en Granada o el Auditorio El Batel en Cartagena (Murcia) y a los que se suman otros que contrata y que le permiten llevar su pasión por este arte a distintos rincones de la geografía española, donde ha producido más de 500 piezas de toda índole a lo largo de 58 años y programar varios miles de ellas de toda índole, desde zarzuelas y comedias a conciertos y danza.

En esta ciudad castellana adquirió “una formación moral y cultural y una escala de valores que es difícil de encontrar en la actualidad, pues aquel vecindario del Paseo de Zorrilla donde me crié se comportó como una gran familia en la que nos arropábamos los unos a los otros”.

Junto a ellos y a su hermana Consuelo pudo sobrellevar la temprana muerte de sus progenitores cuando apenas contaba con 17 años. Se refugió entonces en la gimnasia, que practicaba en un centro habilitado por la Obra Sindical de Educación y Descanso en la calle Fray Luis de León y que, por cuestiones políticas y sociales del momento, se reconvirtió en un complejo dedicado al boxeo. “Así tuve la oportunidad de probar esta nueva especialidad que pronto me inoculó su veneno. Me aportó disciplina, tan esencial para encarar la vida, y equilibrio, permitiéndome que me alejara de posibles malas tentaciones”, explica. Y es precisamente esta afición la que le condujo a su faceta como empresario teatral.

Licencia para boxear

En la década de los 60, Vicente Gil, médico personal de Franco y presidente de la Federación Española de Boxeo en esa época, le concedió una licencia para boxear y le prestó una carpa para celebrar campeonatos durante tres meses en el que reunió a púgiles de variado nivel. Cornejo aprovechó la oportunidad de disponer de este enclave para montar en los nueve meses restantes de concesión distintas obras escénicas. “Allí instalábamos alrededor de mil sillas plegables para representar piezas como Don Juan Tenorio, para las que contaba con la ayuda de Sastrería Cornejo, especialistas en vestuario de cine y teatro, que me prestaban sus mejores trajes”, rememora el responsable de Iniciativas Teatrales, a través de la que da empleo a cerca de 110 personas.

Éste fue el punto de partida de una trayectoria fulgurante al otro lado de los escenarios que dura ya más de medio siglo. Sin embargo, y pese a ser su gran debilidad, nunca se animó a ponerse delante de los focos. “El teatro es una magia capaz de trasladarte a tantas cosas… A los 12 años ya colaboraba con una compañía creada por los Padres Franciscanos, pero nunca quise ser director ni actor”, puntualiza Cornejo, que ha recibido más de 140 premios a lo largo de su carrera, entre los que figuran la Medalla de Oro al Mérito en Bellas Artes, el Premio Max a las Artes Escénicas por su producción musical Chicago o la Gran Cruz de la Orden del 2 de Mayo que le otorgó la Comunidad de Madrid. Pero si hay una que le hace especial ilusión es la concedida por la Diputación de Valladolid, “es la más especial para mí por lo que significa”.

Con el fundador de Calidad Pascual

Aunque tuvo muy claro cual quería que fuera su futuro, tras un paso fugaz por París (Francia) cursó estudios de Comercio en la especialidad de Marketing. Para sufragarlo, aceptó oficios de todo tipo: vendió libros a plazos de casa en casa, seguros de vida “e incluso barcos”.

Tras finalizar su formación, se cruzó en su camino una de las figuras clave en su vida, el empresario Tomás Pascual Sanz, fundador de la actual Calidad Pascual, “un autodidacta, un hombre único e irrepetible que me acogió profesionalmente” y para el que trabajó durante 3 años en la burgalesa Pascual Hermanos.

En esta compañía desarrolló una extensa labor de transformación metodológica en la comercialización de productos alimentarios con técnicas importadas de Europa. “Este período me permitió ganar dinero para cumplir mi anhelo de producir obras escénicas. Un día le dije que mi mente estaba puesta en el teatro. Él intentó corregir mi pasión y disuadirme, pero ante mi negativa me ayudó a perseguir mi sueño. A partir de aquello no dejamos nunca nuestra relación de amistad y nos veíamos con frecuencia, pues era un pozo de sabiduría y poseía una intuición para los negocios que sólo los grandes empresarios albergan”, confiesa.

Su carrera estuvo ligada también al periodismo. Durante 22 años redactó reportajes empresariales y ha pronunciado multitud de conferencias. “Cuando estoy ante  jóvenes empresarios les transmito mi admiración y mi envidia sana por su formación, en muchos casos de varias carreras, y su conocimiento de idiomas y de informática, pero les recuerdo que si hay algo que no deben olvidar en ese papel que representan es ser conductores del futuro de sus empleados y sentir amor por ellos. La empresa la formamos todos, no sólo el que la funda, también los que ayudan a construirla y sacarla adelante y que la sienten como propia”, puntualiza Cornejo, quien recomienda a los emprendedores incorporar a su gestión aspectos como esfuerzo, colaboración y humildad.

En la Junta Directiva de CEIM

Cornejo es miembro de la Junta Directiva de la Confederación Empresarial de Madrid (CEIM) desde hace 26 años, en la que ocupa en la actualidad su Vicepresidencia, e integrante del órgano directivo de la Cámara de Comercio de Madrid, lo que le ha permitido palpar de cerca las necesidades y demandas de este colectivo al que pertenece. Durante 18 años estuvo al frente de la Federación Estatal de Asociaciones de Empresas de Teatro y Danza, de la que es presidente de Honor. También es creador  de la escuela de doblaje y poesía Rafael Alberti; y ha impulsado el Premio Internacional de Poesía José Zorrilla cuya sede está en Valladolid en el teatro que lleva el nombre del autor, el Premio Revelación Teatral y la Butaca de Plata, una distinción que se otorga a grandes personalidades por su amor por las artes, como el diseñador Elio Berhanyer, el escritor Antonio Gala o el Papa Juan Pablo II, a quien pudo entregar el galardón en una audiencia especial.

Despiece: Aprendiz de la vida

El empresario vallisoletano Enrique Cornejo se define como respetuoso, intrépido, servicial y humilde: “soy un aprendiz de la vida, a la que amo porque me ofrece cada día cosas nuevas”. No en vano, su intensa trayectoria vital le ha dado la oportunidad de conocer y escuchar a grandes personajes como Camilo José Cela, Enrique Jardiel Poncela, Miguel Mihura, Jacinto Benavente, Plácido Domingo, Arturo Fernández, Concha Velasco, José Carreras y a numerosos jefes de Estado y de Gobierno, entre otros. Su inclinación por el teatro va más allá de una pura afición para convertirse en un modo de vida, pero la compagina con su gusto por la lectura, especialmente de piezas poéticas “con las que busco al autor que profundiza en el alma, como Machado, el que ofrece una crónica social y cultural de su momento y el buen verbo del idioma”.

Un día cualquiera en la vida de este productor escénico arranca poco más tarde de las seis de la mañana. Sobre las 8,30 horas procura llevar a su nieta al colegio y acto seguido se incorpora a su despacho en la Confederación Empresarial de Madrid (CEIM), donde permanece hasta el mediodía. Desde allí se acerca al Teatro Muñoz Seca a despachar todos los asuntos relacionados con las obras que produce y programa, y a lidiar con una agenda repleta de compromisos que en ocasiones le hacen recorrer la península.

Conocer a talentos

Su parón obligatorio tiene lugar a la hora de comer y a última hora de la tarde, cuando se quita “el uniforme de trabajo” y aprovecha para pasear a su perro Bobby, una tarea con la que confiesa disfrutar. “Procuro hacer todo lo que me gusta, sin tener miedo a nada, salvo a la enfermedad. Convivo con los achaques, de los que soy ya amigo, y no tengo ningún sentido del odio”, asegura. Quizá sea esta actitud la que le ha permitido encarar los fracasos, “que han sido bastantes, pero de los que intento conocer sus causas para no volver a caer, algo complicado porque inmediatamente me olvido de ellos arriesgándome a poder reincidir. Pero ejerzo la profesión que amo y que me deleita y hace que me sienta altamente halagado por conocer a tantos talentos que la vida pone en mi camino y a los que agradezco que me permitan estar junto a ellos”.

Más información en el número de julio de la revista Castilla y León Económica

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