11 países de la Unión Europea -entre los que se encuentran España, Italia, Alemania y Francia- acordaron este martes tras meses de debates infructuosos avanzar en solitario en la creación de una tasa a las transacciones financieras internacionales, cuyo objetivo es frenar la especulación y hacer que la banca asuma parte de los costes de la crisis.
El resto de Estados miembros se queda fuera de esta “cooperación reforzada” por considerar que la tasa provocará que la industria financiera se deslocalice fuera de la UE.
Según la propuesta de Bruselas, la tasa gravará con un tipo del 0,1% las compraventas de acciones y bonos y con un tipo del 0,01% las de derivados. El nuevo impuesto, si se hubiera implantado en toda la UE, generaría unos ingresos de 55.000 millones de euros al año, y la Comisión quiere dedicar una parte a financiar el presupuesto de la UE.
Europa Press