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Los Eguren mantienen su apuesta por Toro con Bodegas Teso La Monja

La familia riojana de bodegueros elabora tres grandes vinos de ‘terroir’ al controlar viñedos con hasta 130 años de antigüedad
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De izquierda a derecha, Miguel y Marcos Eguren, director general y enólogo del Grupo Eguren, respectivamente; Jesús Sáez, miembro de la familia; y Guillermo Eguren, fundador de Sierra Cantabria, germen de la compañía.

Cuando hace casi tres años la familia Eguren vendió Numanthia Termes al Grupo Louis Vuitton Moët Hennessy (LVMH), líder mundial en el sector del lujo, tal vez algunos pensaron que se ponía punto y final a la aventura de esta familia riojana en Toro, pero nada más lejos de la realidad. Sin solución de continuidad, constituyeron una nueva bodega, denominada Teso La Monja, que como señalan los hermanos Marcos y Miguel Eguren, propietarios de la empresa, “marca el comienzo de una nueva era en la Denominación de Origen Toro”. La razón de esa permanencia se debe a las viejas cepas prefiloxéricas de la comarca, “de las que nos enamoramos por su capacidad de dar a luz vinos únicos”, explica Marcos Eguren. El reto era claro: expresar “el alma de ese viñedo centenario en unos tintos en los que la potencia toresana y la elegancia fueran magistralmente de la mano”.

En Teso La Monja elaboran tres vinos: Almirez, Victorino y Alabaster, a partir de 90 hectáreas de viñedo, plantado en su mayoría en pie directo y autóctono en las localidades zamoranas de Valdefinjas, Toro y Villabuena del Puente, con una antigüedad que comprende desde los 35 años de los más jóvenes hasta los 130 años de las cepas más viejas.

Almirez nace de viñedos propios de una edad media de 30 años, con una producción anual de 60.000 botellas y una crianza de doce meses en barrica de roble francés (el 30% nueva y el 70% de un año). Victorino procede de viñedos más viejos, cercanos al medio siglo de antigüedad, con fermentación maloláctica en barrica nueva de roble francés y envejecimiento en depósitos nuevos de madera gala durante 18 meses. La producción en este caso se sitúa en torno a las 50.000 botellas.

Alabaster, con apenas 4.000 unidades, se elabora con los viñedos más viejos, que llegan a alcanzar los 130 años, con bajos rendimientos por hectárea y para el que se realiza una selección muy rigurosa del fruto que entra en bodega, con despalillado manual, grano a grano. Este proceso artesanal también se aplica en otros pasos, ya que se hace el pisado tradicional durante la fermentación alcohólica. Para la maloláctica se emplea madera francesa nueva y posteriormente envejece durante 18 meses en otra barrica nueva francesa.

Castilla y León Económica

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