En Silicon Valley, el garaje donde William Hewlett y David Packart fundaron la compañía HP en 1939 tiene la consideración de Lugar Histórico y es una visita obligada para quien se acerca a conocer este paraíso de compañías tecnológicas. Este singular origen de una de las mayores corporaciones del mundo creó escuela, porque cuatro décadas después varias de las multinacionales más exitosas tuvieron como denominador común que sus visionarios emprendedores dieron sus primeros pasos en un garaje, como son los casos de Apple, Microsoft, Google o Youtube, por citar las más conocidas. En California se enorgullecen de ese origen humilde y bohemio, germen de esos imperios tecnológicos fundados por jóvenes con enorme talento y mucho arrojo.
En Castilla y León he conocido ejemplos parecidos, aunque no relacionados con las Tecnologías de la Información, sino con otros sectores que tienen mayor peso en nuestra economía. Por ejemplo, el origen del Grupo Antolín está en un pequeño taller mecánico de Burgos en el que los hermanos Avelino (ya fallecido) y José (actual presidente de la compañía) idearon un modelo de rótula que tuvo un gran éxito en la entonces incipiente industria automovilística de la España de la posguerra. Aquel pequeño taller de reparación de coches fue el embrión de una multinacional con presencia en 22 países, donde tiene 86 plantas y 20 oficinas técnico-comerciales. Otros inicios modestos son los de la salmantina Global Exchange, que de una pequeña oficina de cambio de moneda en la fronteriza Fuentes de Oñoro -y que tuvo que cerrar ante la llegada del euro- pasó a controlar una red de sucursales con presencia en 9 países de 3 continentes; el pequeño local de San Miguel de Valero (Salamanca) donde un joven albañil empezó a cimentar el hoy conocido como Grupo MRS, que posee más de 1.000 empleados; o el reducido laboratorio de ensayo de materiales levantado en el barrio de Flores del Sil de Ponferrada (León) donde se fundó Incosa, ingeniería que en la actualidad alcanza una facturación de 31 millones de euros, cuenta con una plantilla de 500 personas y está implantada en España, Colombia, Perú y Panamá.
En este periplo por los primeros tiempos de las empresas, hay un caso muy llamativo. Recientemente, tuve la oportunidad de conocer dónde empezó el Grupo Aciturri. Ginés Clemente, presidente de la compañía, me enseñó, lleno de orgullo, la peculiar instalación: es una reducida nave de apenas 40 metros cuadrados ubicada en la periferia de Miranda de Ebro (Burgos). “Mi primera decisión empresarial fue sacar de la nave las gallinas de mi suegra para poder meter un torno con el que empecé a trabajar sobre las primeras piezas. Tal vez sea la decisión más importante de mi vida empresarial”, me confiesa. En efecto, ese pequeño taller del que las aves fueron desterradas es el origen de un grupo aeronáutico que hoy en día genera un volumen de negocio de 100 millones de euros, da empleo a más de 1.000 personas y posee factorías en Castilla y León, Madrid, País Vasco y Andalucía. Sabemos que las gallinas sólo revolotean, pero gracias a su desalojo hay una empresa burgalesa que hace piezas para que los aviones vuelen muy lejos.
Visitas guiadas
Nadie discute que Castilla y León está sobrada de rutas de interés turístico. Tenemos el Camino de Santiago, la Ruta del Románico, la Ruta de los Castillos, la Ruta de Carlos V, la Ruta del Canal de Castilla, la Ruta del Camino de la Lengua, la Ruta de El Cid, la Ruta de las Cañadas Reales o la Ruta del Vino, entre muchas otras. Pues bien, propongo que la Junta diseñe un nuevo itinerario cultural: La Ruta de los Talleres y otros Chamizos, para que los jóvenes conozcan los modestos lugares donde se fundaron las que hoy son las mayores empresas de nuestra tierra. Si los empresarios tecnológicos de Silicon Valley están orgullosos de sus garajes, pues nosotros también podemos presumir de nuestros talleres. En las visitas guiadas a estas humildes instalaciones de Castilla y León, los guías deberán explicar a los visitantes (sobre todo a niños, estudiantes y universitarios) que allí unos jóvenes emprendedores comenzaron a fraguar sus compañías teniendo como único capital su ilusión, su esfuerzo y un sueño que llegaron a cumplir porque, en aquel entonces, no sabían que era casi imposible.
Magnífico artículo,
que nos recuerda que los grandes, hubo un día en que fueron pequeños.
Un abrazo, Prudencio Herrero
Enhorabuena por el artículo. Creativo y real. Solo un comentario, “los garajes” de referencia, son lugares de un país sin la historia ni el patrimonio que tenemos en Castilla y León, y algo tenían que inventarse para entretener a los turistas… De todas formas, en Castilla y León, que por todo lo que nos dicen nos comenos el mundo (no es así), casi no se ha trabajado en lo que en otras CCAA denominan Turismo Industrial. Un saludo,
Hola Félix:
EE UU no tiene patrimonio histórico -excepto el expoliado-, pero aunque lo tuvieran, creo se sentirían tan orgullosos de las catedrales y palacios como de los garajes donde surgieron sus grupos empresariales.
Saludos y gracias por su comentario.
Hola Prudencio:
Pues sí, no es un mal ejercicio recordar de vez en cuándo el origen de las grandes empresas. Nos llevaríamos muchas sorpresas.
Un abrazo.
Esta muy bien el recordarlo, pero con las leyes de hoy dia esos grandes imperios no existirian, el joven empresario, hoy nace asfixiado de leyes y mas leyes, quizas seria bueno recordarles estos ejemplos a politicos y legisladores. Un saludo.