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La leyenda negra del empresario

Por: Alberto Cagigas
A quien destaca (sea imperio, empresario de éxito o directivo con poder) se le a
A quien destaca (sea imperio, empresario de éxito o directivo con poder) se le ataca desde varios frentes. Así ha sido desde hace siglos, con una propaganda eficaz que mantiene viva la crítica, antes a través de los libros y ahora en las redes sociales.

“Muchos miran al empresario como el lobo que hay que abatir; otros lo miran como la vaca que hay que ordeñar; y muy pocos lo miran como el caballo que tira del carro”. Esta frase de Winston Churchill, ese gran político que era una máquina de crear eslóganes que en estos tiempos harían las delicias de los tuiteros, fue traída a colación por José Miguel Isidro Rincón, presidente del Grupo Europac, durante la última jornada organizada en Segovia por Empresa Familiar de Castilla y León.

Por cierto, el evento fue clausurado por Cristóbal Montoro, ministro de Hacienda y Función Pública, a quien se le da muy bien esquilmar a las pymes, aunque intente convencernos de lo contrario. En el debate, y a estas alturas de la historia, salió la perenne pregunta de por qué el empresario sigue teniendo una mala imagen en la sociedad española.

Sobre este tema ya he escrito en otras ocasiones, esgrimiendo argumentos culturales, religiosos, educativos o ideológicos, pero quiero compartir con ustedes un nuevo enfoque motivado por la lectura de uno de los ensayos más sorprendente de los últimos años: Imperiofobia y leyenda negra.

Su autora, María Elvira Roca Barea, no sólo atesora unos enciclopédicos conocimientos sobre historia, sino que además, y esto es lo más loable, transmite su vasta erudición con una escritura sarcástica, imaginativa y valiente, pues se atreve a criticar, y con razón, tanto a prestigiosos historiadores como a consagrados escritores, aunque alguno sea uno de mis novelistas más admirados, como Pérez-Reverte.

Con la lectura de este apasionante libro veo un paralelismo entre la denostada figura del empresario y la leyenda negra que mancilló, y mancilla, la imagen de España, promovida por todos sus enemigos a lo largo de los siglos (Italia, Francia, Países Bajos, Inglaterra y hasta las nuevas naciones de Hispanoamérica).

 

El mando es responsabilidad

Comenta María Elvira, “alguien manda siempre, y solemos odiar o admirar a quien lo hace por el mero hecho en sí, ciega e irreflexivamente… Porque nadie manda mucho tiempo sin el consentimiento explícito o silencioso de los mandados. El mando es responsabilidad y el que manda tiene que asumir muchas responsabilidades y hacerlas frente. No puede desertar de ellas o perderá el mando. Asume riesgos, toma decisiones, enfrenta errores. Por eso es tan cómodo que mande otro”.

Categórica y acertada sentencia que me recuerda a aquella del historiador Theodore Zeldin: “quienes prefieren hacer lo que se les dice en vez de pensar por sí mismos y asumir sus responsabilidades son los herederos espirituales de los esclavos voluntarios. Es importante recordar que ser libre resulta fatigoso y hasta agotador”.

Enfatiza esta historiadora de acerada inteligencia que desde hace más de dos milenios “los profetas de la pobreza han condenado sin desmayo cualquier eminencia o cualquier movimiento humano encaminado a lograr riqueza y prosperidad”, como demuestra Antonio Escohotado en su monumental Los enemigos del comercio. Sorprendidos por el renovado auge de alternativas populistas basadas en viejas recetas comunistas que siguen vigentes pese al colapso provocado por esos experimentos en la URSS y países satélites, María Elvira resalta que en la actualidad “el desmentido de la realidad no logra acabar con la profecía marxista” del fin del capitalismo.

Los prejuicios contra los imperios -y contra los empresarios, añado- “nacen del complejo de inferioridad que resulta de ocupar una posición secundaria al servicio de otro o con respecto a otro, incluso cuando esto beneficia o no perjudica”, indica María Elvira, quien más adelante añade: “el negocio de la irresponsabilidad es fundamental para entender el éxito siempre arrollador de las propagandas antiimperiales (habría que añadir que también antiempresariales). Que la culpa siempre sea de otro es descansado. Alivia el alma y nos evita muchos quebraderos de cabeza y mucho esfuerzo”.

 

Campañas maledicentes

A quien destaca (sea imperio, empresario de éxito o directivo con poder) se le ataca desde varios frentes. Así ha sido desde hace siglos, con una propaganda eficaz que mantiene viva la crítica, antes a través de los libros y ahora en las redes sociales. Son campañas maledicentes cuya perdurabilidad ha conseguido influir en la negativa percepción de numerosas generaciones sobre la imagen del empresario, que ha perdido la batalla ante la opinión pública frente a aquellos difamadores que nunca han creado ni riqueza ni empleos.  

Termino este editorial como María Elvira empieza su deslumbrante libro, con una cita de Miguel de Cervantes: “no es un hombre más que otro si no hace más que otro”.

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